BIENVENIDOS

Deseo agradecerles la deferencia de acercarse a este espacio que constituye un avance profundo en el amplio campo de la Odontología Forense. En este sitio van a encontrar una modalidad de acción en cada caso que, puede rozar lo particular e inédito de los procedimientos para arribar a la conclusión de que la Odontología en general ha dejado de ser la hermana menor de la Medicina por haberse transformado en una ciencia autónoma por contar con procedimientos propios, fundamentación metodológica rigurosamente científica y de una indiscutible y trascendental proyección social, pasando a ser así definitivamente una rama de la Antropología como lo es la Medicina, entre otras. Y más precisamente en el campo de la Odontología Forense se abre un camino infinito, como una verdadera especialidad, dentro de la currícula del Odontólogo.

Los invito amigos lectores a que transitemos juntos este maravilloso y próspero camino.


Prof. Dr. Héctor José Ceppi

DESPUÉS DE DÉCADAS SOBREVINO LA DEGRADACIÓN ACADÉMICA DE LA ENSEÑANZA UNIVERSITARIA


¨La Universidad tiene primordial importancia en la verdadera capacitación de los pueblos, y su soberanía está en razón directa del nivel de capacitación intelectual y técnica de sus ciudadanos¨.

¨La Universidad, que capacita para las profesiones, prepara o debe preparar para la vida¨.

De estos dos acabados conceptos del profesor Jorge Arturo Orgaz, se desprende sin lugar a duda cual debe ser la importancia de la misión de la Universidad y por ende, el de la enseñanza que le es consecuente.

Para cumplir aceptadamente con dichos preceptos de educación plena de la persona humana, debe entenderse inevitablemente que la enseñanza universitaria constituye la culminación del ciclo lectivo del hombre con vocación, ciclo que universalmente consagra “escalas” que son clasificadas como:

a) Instrucción Primaria
b) Enseñanza Secundaria
c) Ciclo Universitario

En la creencia de traer algún aporte útil sobre el tema, diremos que: ESTAS “escalas” responden a distintas finalidades u objetivos, propios del orden educativo; así, entendemos como instrucción primaria la que tiene por objeto dar una base común sin mayores diferenciaciones, encarnando la dirección universalista y generalizante de la enseñanza, que desdeña las diferencias entre los individuos para acentuar similitudes.

La enseñanza secundaria por su parte, proporciona las bases genéricas de toda la cultura humana y nos da los primeros rudimentos de una futura especialización, reuniendo lo caracteres de “única y múltiple” al mismo tiempo.

El ciclo universitario por último, es del dominio absoluto de la especialización. Los alumnos reciben una educación diferenciada en grado extremo según sea la carrera o profesión elegida.

En este aspecto podemos afirmar que la enseñanza universitaria es “múltiple” y condensa la aspiración suprema del individuo como exteriorización de su vocación.

No es errado agregar entonces en tal sentido una reflexión:

Si el hombre, para realizarse plenamente en la esfera social que necesariamente integra y a la cual sirve, reclama imperiosamente responder al llamado íntimo de su vocación, no es aventurado decir que la Universidad es la palestra donde el futuro profesional adiestra y despierta sus fuerzas profesionales, dotando su personalidad de los sólidos fundamentos éticos, científicos, sociales y humanos que serán su bagaje para una proficua labor en el campo de su actividad específica, con una formación académica universalista y no unilaterizada.

Es necesario reafirmar el concepto de que la Universidad  debe “formar” profesionales, entendiendo la forma verbal en la más cabal acepción del término. Formar al individuo para ponerlo al servicio de la sociedad, ya que el hombre no es tal sino cuando está integrado en su medio, intérprete y espectador al mismo tiempo del apasionante drama que es la vida humana, sin olvidar nuestras costumbres y tradiciones como argentinos.

En igual sentido que el concepto expuesto, es oportuno citar la opinión del Dr. Luis Eugenio Di Marco, Profesor de Ciencias Económicas de nuestra Universidad, quien en un acto de colación expresó:

 “…La Universidad no lo forma humanamente, resultando la despersonalización de la sociedad”…. y al concluir manifestó… “La universidad tiene el deber de formar un profesional universitario comprometido con su tiempo, tal que pueda dar respuestas a la problemática de la sociedad de la que es miembro, utilizando una técnica aprendida sin olvido de la perspectiva humana de todo problema”.

Luego un graduado de la Facultad de Ciencias Exactas, Físicas y Naturales de la Universidad Nacional de Córdoba, Ingeniero Carlos Gómez -mejor promedio del año- dijo entre otros conceptos:

 "...El estudiante argentino de hoy no sólo debe asimilar las ciencias y las técnicas de las profesiones, -esencial e irrecusable exigencia- sino que además debe tener su puesto en la vida colectiva; las ciencias humanísticas deben hacerse cargo de ello y encausar la acción juvenil por los mejores derroteros”.

Las citas que anteceden son útiles para poner de relieve que los criterios que sustentamos acerca de los fines y alcances de la verdadera formación del universitario, tienen validez universal y no son patrimonio de determinados sistemas políticos sociales, ni se sustentan únicamente por los núcleos profesionales, sino que también han hecho carne de la juventud estudiosa.

El caudal de conocimientos científicos que pude brindar la Universidad, por más alto que sea, no satisface por si sólo la exigencia de formar profesionales munidos de férreos principios éticos brindados por entero a la comunidad; es necesario que estén imbuidos de una sólida convicción de que tal entrega es el verdadero signo de su total concreción como auténticos hombres.

Y qué mejor para sintetizar estos conceptos que decir con el Dr. Jorge Orgaz: “Queremos que el profesional universitario y el estudiante universitario tengan de la cultura una dimensión universal, que no se mida en el manejo exclusivo de una especialidad, sino que, aprovechando esa especialidad, dé parte de su tiempo a nutrirse con un sentido total y pleno para la formación del hombre”.

Cuando se olvidan estas personas, se abre curso a un academismo vacuo y sin contenido espiritual y social alguno- fuente de frustraciones individuales- y por ende primer peldaño al retroceso social. Si ello es cierto,  no cabe duda de que la educación superior debe tender a integrar al hombre al proceso histórico social que es la vida humana. No integrarlo a la manera de un proceso ciego de adecuación a una realidad social dada, sino capacitarlo para participar activamente en ese devenir, motivarlo, y más aún determinarlo de manera tal que la actividad de cada uno enriquezca su propia vida y la de la comunidad, dando rumbos, directa o indirectamente, al movimiento de la sociedad a la que pertenece.                                                                  
Creo que fundamentalmente ésa es la función de la universidad como tarea de prioridad, tanto más adecuado a la etapa actual de la evolución de la cultura humana. Las disciplinas humanísticas ya han dejado de detener el monopolio exclusivo de ideales y valores. También las Ciencias Naturales  y las tecnológicas han adquirido en la sociedad moderna una honda significación humana, traduciendo anhelos, esperanzas, metas e ideales propios del quehacer humano.

Ciencia y técnica son instrumentos esenciales en la realización del hombre, y en ese sentido son humanistas, en cuanto le proporcionan aquel de los medios idóneos para combatir el hambre, las enfermedades y el abandono, dándole la posibilidad de entrelazar relaciones humanas y exigir estructuras socio-económicas-políticas que le permitan alcanzar las pautas ideales del bienestar total que es sinónimo de progreso.

En la reafirmación de estos postulados es oportuno recordar las palabras del Profesor Dr. Juan A. Fontán, quien  en ocasión de la iniciación del curso sobre psicología, Filosofía y Pedagogía dictado en la Facultad de Odontología de la Universidad Nacional de Córdoba, en su discurso inaugural dijo:

 “Quisiera despertar entre los graduados, sobre todo docentes, un  mayor interés en su formación integral mediante el cultivo de las humanidades; porque tengo la plena convicción que el solo estudio de las ciencias experimentales unilateralizan al hombre”.

También hay que hacer referencia a las palabras de las Dr. Piérola, quien desde el Consejo Coordinador de Extensión Universitaria de Córdoba dijo:

 "...En la universidad, ni el técnico, o especialista, debe quedar eximido de cierta información general humana, aportada justamente por las llamadas humanidades modernas; ni el humanismo debe olvidar los lineamientos generales y realizaciones fundamentales de las ciencias técnicas. Del equilibrio en la integración de la personalidad individual y social dependerá que no haya esfuerzos estériles ni exclusivos, sino una armoniosa integración de las mejores posibilidades del hombre”.

Esta tarea de validez universal en el área de la cultura superior es de perentoria necesidad, ya que responde a las exigencias de adecuar los medios y metas de formación del hombre a las formas sociales del presente, que solo tendrá conciencia de la eficacia de su acción creadora si actúa consecuentemente con la imagen real  y viva del ámbito social en que transcurre su existencia. Si por error de apreciación conceptual  -producto de una equivocada dirección pedagógica- se sitúa fuera de la realidad de su mundo social, pierde la visión del mismo con las contradicciones resultantes entre un determinada actividad vital y una realidad social que transciende y se impone.

…Esta necesidad de orden educativo impuesto por imperio de circunstancias históricas, sociales y psicológicas ineludibles, es aplicable a todos los órdenes del saber humano, y como tal, la Odontología no escapa a sus reglas.

…Superada la época de una odontología empírica, mera actividad practica sin trascendencia científica, corresponde ubicarse en la realidad de una verdadera e indiscutible Ciencia Odontológica, con perspectivas propias, fundamentación metodológica rigurosamente científica y de indudable proyección social.

…La tesis ha suscitado de igual modo la inquietud e interés en orden a la orientación de la enseñanza universitaria en general. Así el Primer Seminario Nacional Universitario realizado por la Universidad Nacional de Córdoba, del 8 al 10 de noviembre 1968, formuló las siguientes proposiciones:

1°) Cada  universidad debe hacer un análisis de la formación humanística y social que sus alumnos reciben. Esto supone hacer reformas en los planes de estudio de las carreras, cuyo  objetivo principal sea una formación universalista y no unilateralizada.
2°) En el supuesto que no se contemple la formación humanística y social o lo haga insuficientemente, será menester mencionar si existe algún impedimento a esos fines, sean estos edilicios o políticos.
3°) En última instancia, cada facultad en su caso, deberá propender a un plan que tienda al logro de los fines enunciados.

Atendiendo a la directa relación de su objeto  propio con el ámbito de la Salud Pública, y a la decidida ubicación que cabe esperar de sus profesionales en los problemas conexos –que hacen decididamente al bienestar y a la existencia del conglomerado humano en tal aspecto; o al referido específicamente al dominio propio de nuestra profesión, la misión de la Universidad o de las Facultades de Odontología más concretamente, se puede sintetizar en el enunciado fundamental de “formar odontólogos integrales” atendiendo a las necesidades del medio ambiente, a la evolución de los conocimientos odontológicos y a la proyección de la función social del odontólogo, con sus exigencias y objetivos correlativos, y de manera particular, con la perentoria necesidad de dotarlo adecuadamente de los aspectos técnicos, científicos, éticos, económicos, psicológicos y humanitarios.

No sería necesario puntualizar que el paso de los estudiantes por las universidades es solo una etapa de su formación, que deberán enriquecer en el resto de su vida profesional, con decidido afán de superación y anhelo de perfeccionamiento científico, venciendo la inercia y la rutina, aliadas consecuentes de la mediocridad.

La investigación científica, los programas y cursos correlativos de post-graduados, la prestación de servicios profesionales a pacientes –como una forma de cumplir la misión educativa y de investigación que le compete a la Universidad- contribuye en el campo de la Odontología a concretar el ideal de perfeccionamiento constante a que hacemos referencia.

En este sentido podemos afirmar que las Facultades de Odontología tienen que dotar a sus alumnos con el bagaje necesario para efectuar una ardua lucha en el campo profesional, y deben suministrarles en el curso de ella los elementos que acrecienten sus posibilidades para enfrentar con éxito sus funciones especificas.

Solo cuando se haya alcanzado esta meta ideal, tipificaremos al profesional cabal, integrado en su medio, vehículo receptor de sus inquietudes y respondiendo a las exigencias de una formación integral impuesta por la realidad social contemporánea.

Ya hemos enfatizado cual es la misión de la Universidad en su tarea de formar profesionales aptos para el cumplimiento de la función que les compete en el medio social en que actúan. Cabe ahora entonces esbozar las implicancias sociales de la actividad odontológica a la luz de los nuevos conceptos que se imponen como exigencia de una realidad, dada por el imperio de la evolución en todos los órdenes del quehacer humano.

Hoy la Odontología esta desenvolviendo su actividad con criterios estrechos y unilaterales, orientados solo a preservar la salud oral y tratar las alteraciones y anomalías de la boca, comprendiendo y apreciando  a la vez las relaciones entre el estado oral y el estado general de salud y “enfermedad”. Es decir, involucrando solo el aspecto desconectado del ambiente social en que desarrolla su actividad.

Vale afirmar en el mismo sentido, que la profesión odontológica se ha orientado hacia los aspectos económicos con olvido de los humanísticos y sociales, desterrando la plenitud de la participación que le corresponde en la vida de su colectividad, a través de un sistema curricular falto de contenidos, con materias del secundario y otras que solo son informativas.

Es obvio entonces que tal deficiencia está indicando un defecto en la formación profesional. Al afirmar que el odontólogo no ha tomado conciencia de su responsabilidad social, es advertir correlativamente que su paso por la facultad fue limitado en su misión, reduciéndose a capacitarlo inadecuadamente con olvido de que es miembro de un conglomerado humano, y que a él le debe su capacidad y aptitudes para modificar positivamente el medio social donde desarrolla su actividad; ello es axiomático y no cabe discutirlo.

Materias como Metodología del Aprendizaje, Ergonomía, Preclínicas (en 3 años), Psicología Evolutiva, han ocupado presupuesto horario a materias básicas como Anatomía (que solo estudia cabeza y cuello). No hacen falta más ejemplos para darnos cuenta de una decadencia académica.

Desde la época en que se limitaba al control de los focos epidémicos y los problemas fundamentales de saneamiento, se ha determinado por comprender que la salud, más que una cuestión de interés individual es un problema social y, por ende ella no solo está condicionada por factores físicos y biológicos, sino también por causas biológicas, sociales y humanas, que como ingredientes necesarios han entrado a formar parte del bagaje de los estudiosos de estas cuestiones de salubridad.

Como ejemplo adverso de ello, bástenos el error académico de incorporar materias  propias del secundario y otras por cuatrimestre ocupando presupuestos horarios de materias básicas, y asignaturas formativas-informativas más allá de las asignaturas básicas para un mejor desenvolvimiento profesional.

Esto acontece desgraciadamente –entre otras cuestiones- en la Facultad de Odontología de la Universidad Nacional de Córdoba.

Esta tesitura, no cabria dejar de lado a la salud como necesario factor de desarrollo, y por consiguiente, a la búsqueda de nuevas formulas de organización sanitaria y en especial, sistema de salud acordes a nuestras necesidades; que con la perfección de las técnicas aplicables tratan de enfrentar y resolver con éxito los problemas de salud que se le plantean -en este blog: “El sistema odontológico de salud y sus posibilidades de cambio”-.

Con las nuevas condiciones sociales ese afán se concretara con un mayor número de servicios sanitarios y la proliferación de los sistemas de atención odontológica -en cantidad y calidad creciente- para que contribuyan a la difusión de la acción sanitaria y a la obtención de niveles óptimos de salud pública, mas si lo comparamos con épocas recientes.

Aún cuando aún no hayamos alcanzado la pauta ideal en este aspecto, serán justamente las Facultades de Odontología del país, las asociaciones profesionales odontológicas de nuestro medio y estos eventos de Odontología Legal y Social, los encargados de dar las pautas de aplicación en el futuro, sin comprometerse con instituciones odontológicas y sistemas políticos que conducen a la profesión solo al lucro.

Los resultados obtenidos hasta el presente y las metas propuestas por el afán de superación en el futuro, han demandado y demandarán sin duda alguna, ingentes esfuerzos.

La movilización de grandes conjuntos humanos, las arduas investigaciones en el terreno científico, la constante preocupación por la obtención de mayores recursos financieros y el denodado afán de inculcar una conciencia pública de que la salud es un problema que afecta a la comunidad (en consecuencia su preservación es función y responsabilidad comunitaria) y no resultado de la acción excluyente y exclusiva de grupos aislados, son índices de tales esfuerzos.

En el último sentido cabe acotar que deben superarse los conceptos dominantes en muchos profesionales odontólogos, en la creencia de que su misión solo abarca el estrecho círculo individual; o sea la relación profesional-paciente y que no es de incumbencia conocer ni mucho menos abordar las dimensiones sanitarias y sociales de la profesión.

Actualmente, el moderno criterio de que la salud pública no es más que la aplicación de los principios y técnicas que nos brinda la odontología, al estudio y solución de los problemas de salud de la sociedad, va desplazando la vieja postura de la odontología clasista, reflejo de épocas y estructuras sociales superadas. Al individuo debemos tomarlo en su proyección social, en función de comunidad –como lo hemos sostenido- y consecuentemente la tarea es la de lograr la convicción de que la salud no es exclusiva de parcialidades sino de todos aquellos que integran esa comunidad. (De ahí la necesidad de contar con un sistema asistencial similar al expuesto en mi blog).

La vigencia de los postulados enunciados ha determinado que un núcleo cada vez mayor de científicos de diversas disciplinas se alisten en la legión de hombres que luchan por la salud. Las contribuciones de la genética y la química, la bacteriología y tecnologías, para citar sólo dos ejemplos de la etiología de las enfermedades, señalan el aporte decisivo de las diversas vertientes del saber humano en la solución integral de tales problemas.

En otra área, la comprensión de que los esfuerzos en pro del mejoramiento de la salud pública –que serían estériles a menos que se basaran en los mecanismos psicológicos, condiciones culturales, económicas y sociales genéricamente llamadas ciencias del espíritu. Así, psicólogos, economistas y sociólogos entre otros, se han ocupado de dilucidar los problemas conexos y que en sus respectivos campos de especulación plantea la salud como problema social.

Las investigaciones, alcanzando un alto de grado de especialización, han conjugado los aportes de un gran número de profesionales y técnicos; cuyos esfuerzos y conocimientos puestos al servicio de una misión, representan una fuerza mancomunada en beneficio de la salud de la comunidad.

La Odontología, como es obvio  dada la dirección característica de su finalidad específica, no puede sustraer su contribución a tan magno esfuerzo. Su participación no había tenido la amplitud ideal debido a factores diversos –que actuando a manera de obstáculos inhibitorios- han limitado su acción haciéndola retroceder en su poder académico. Uno de ellos -y quizá el de mayor gravitación en este aspecto- ha sido el de la actitud mental del profesional, que ha encarado su actividad como dirigida únicamente al paciente, individualmente considerado “un caso” aislado de su medio y de las motivaciones que de él se derivan, y ofreciendo sus servicios como una simple mercancía.

Por eso insisto en este trabajo diciendo que: “ES IMPERATIVO QUE LOS BENEFICIOS DEL PROGRESO CIENTÍFICO DE LA ODONTOLOGÍA -EN UNA MAYOR DIMENSIÓN  CONFORME A LOS NUEVOS CRITERIOS, QUE A SU VEZ SON REFLEJO DE UNA REALIDAD SOCIAL DISTINTA A LA DE ÉPOCAS PASADAS- SE EXTIENDAN A MAYORES GRUPOS HUMANOS QUE LOS QUE SE DERIVAN DE LA PRÁCTICA PROFESIONAL. ES NECESARIO QUE MÁS ALLA DEL DIAGNÓSTICO Y DEL PURO TRATAMIENTO CURATIVO, EL PROFESIONAL ODONTÓLOGO CONSIDERE AL PACIENTE COMO MIEMBRO DE UN GRUPO INTEGRANTE DE UNA CULTURA; SEPA MOTIVAR CON LA CRITERIOSA VALORACIÓN DE FACTORES SOCIOCULTURALES ACTUALES, UNA CONDUCTA ADECUADA A LA PRESERVACIÓN INTEGRAL DE LA SALUD ORAL, MEDIANTE SISTEMAS ACORDES A LA VERDADERA REALIDAD ACTUAL Y A NUESTRAS COSTUMBRES Y TRADICIONES COMO ARGENTINOS”.

Para mí, esa es la verdadera proyección de la Odontología para el cumplimiento de sus altos fines sociales.

Reafirmo el concepto con otras consideraciones:

Una profesión universitaria, técnica, científica  culturalmente adecuada para un país es aquella cuya estructura está orientada hacia las características de la comunidad donde se practica, o que otorga servicios cada vez mas eficientes, oportunos e igualitarios a la totalidad de los individuos. No es difícil inferir que el ejercicio profesional que impone la realidad social actual -para ser congruente con la misma- debe fundarse en el conocimiento cabal de las modalidades socio-culturales de la comunidad donde dicho ejercicio se materialice, de conformidad a sus reales necesidades.

La Odontología responderá así a la necesidad social de salvaguardar la salud oral, con servicios que para ser eficientes exigen de sus profesionales la necesaria destreza técnica, formación científica y cabal conocimiento de las necesidades colectivas. Responderá también a una exigencia de interés general, ya que la profesión odontológica tiene el monopolio de la practica profesional, es decir que están excluidos de ella los que no tienen el diploma académico correspondiente y no pueden acreditar la debida idoneidad para la prestación de los respectivos servicios.

Ese monopolio es precisamente el que ha generado la responsabilidad social del odontólogo, que es ofrecer servicios que sean una garantía de eficiencia, que respondan a las reales necesidades de sus destinatarios y propendan a la toma de conciencia de que los problemas de salud oral son de común denominador en el circulo de sus actuaciones profesionales.

Sintetizando, quisiera concretar diciendo que el odontólogo tiene designada una función social a través de la cual presta un determinado servicio en bien de la comunidad, el cual es conservación y restauración de la salud oral como una de las manifestaciones de la salud general. Al asumir esta misión, con la colaboración de núcleos de profesionales de otras ciencias, el odontólogo se obliga implícitamente a rendir un eficiente servicio a la comunidad -en función social- es decir, un trabajo de optima calidad accesible a la mayoría de los beneficiarios, complementando con una eficiente táctica de persuasión en el sentido de difundir las bondades de la salud oral y la conveniencia de adoptar los métodos adecuados para preservarla.

Partiendo de lo expresado y apoyándonos en la historia decimos, que la historia es la ciencia que nos permite compensar el pasado, actuar con ajustados criterios en el presente y proyectarnos con mayor efectividad y provecho en el futuro, permitiéndonos decir en lo que hace a nuestra profesión que en el año 1956 la vieja Escuela de Odontología de Córdoba, la transformamos un 6 de noviembre en Facultad, debido a su evolución y por tratarse de una rigurosamente científica y de una trascendental función social egresado sus alumnos con un nivel académico que nos permitía definir al odontólogo como un científico en sus diagnósticos, un técnico en sus realizaciones, un humanista en sus actuaciones y fundamentalmente un conocedor profundo de las necesidades colectivas.

No podemos olvidarnos que veníamos beneficiados, por un acontecimiento político-social trascendente que fue la reforma del 18 que nos legara una enseñanza gratuita, laica y libre, sin impedimentos al estudio, los cupos, por dilapidar las reservas del pueblo, en otros estamentos sociales que brindan mayor reto político. La reforma universitaria les otorga a cada unidad académica los fundamentos para que los consejos directivos de las Facultades se integrara democráticamente, con los tres claustros, reafirmándoles autonomías y así poder dictar sus programas de estudio de acuerdo a las necesidades de su población por ser ellos los que nos brindan, a través de sus impuestos las posibilidades de obtener el título profesional. Así fue como los egresados éramos requeridos en numerosos países que nos permitió a nivel internacional celebrar contratos de reciprocidad, entre otros países como lo fue el tratado de Montevideo donde intervinieron cinco países signatarios como Colombia, Perú, Uruguay, Paraguay y Argentina, no exigiéndose la reválida entre estos países sino una convalida, es decir rendir con un programa restringido en donde no podía faltar la Constitución Nacional, el Sistema de Salud del país que se pretendía y algunas  materias en su país de origen.

Es interesante hacer resaltar que no existían materias por cuatrimestres mucho menos estudiar por apuntes con la exigencia de aprobar los trabajos prácticos que no excedían de 12 alumnos para poderlos interrogar correctamente, además de la asistencia las clases teóricas, en los exámenes finales después de sacar bolillas, del programa establecido por el Consejo Directivo y no como en la actualidad por un ente nacional rompiéndose con la autonomía universitaria de este modo. Una de las preguntas sobre las bolillas extraídas por los alumnos era ¿qué libro escogió para preparar el tema? Porque solo los libros con sus fotos en colores a mas de fijar los conocimientos, ideales, principios y valores nos permiten, despertar nuestras inquietudes, alentar nuestras reflexiones y así poder determinar un valorado juicio, porque vocación mas esfuerzos son dos fuerzas poderosas para el espíritu creador del hombre, libros que podíamos acceder fácilmente en las bibliotecas de las facultades y de la universidad, además en cada barrio existían bibliotecas que desde pequeños asistíamos preparación que nos permitían saber leer y también interpretar los libros, no haciendo falta ocupar presupuesto horario a materias básicas, por ejemplo, Metodología del Aprendizaje. No existía el examen de ingreso, este era irrestricto, y al poder académico de cada facultad, no se la cambiaba por lugar edilicio, numero de alumnos, ni influencias partidistas de los gobiernos de turnos hasta llegábamos alquilar lugar para dictar las clases y realizar los trabajos prácticos.

Así era como surgían odontólogos en nuestro caso permitiéndonos ejercer en cualquier lugar de nuestro país y en el mundo cosa que me pregunto, un médico formado con un programa como partos ojos en un cuatrimestre y por apuntes o un odontólogo con anatomía en un cuatrimestre y por apuntes y solo cabeza y cuello como si el organismo no fuera una unidad funcional que alterado un órgano, se alteran los demás y estar formados por cuerpo y alma o psiquis, ¿qué hacen estos profesionales instalados en una localidad alejada de centros donde existen capacidad para la atención integral, solo para dar un ejemplo.

Hemos insistido solo algunas motivaciones del porque se hace necesario o imperioso contar con profesionales universitarios con una formación universalista y no unilaterizada y así recién después acceder a una especialidad con efectividad por los conocimientos adquiridos y brindar servicios acordes a las necesidades y posibilidades de nuestra posibilidades de nuestra población. El especialista de hoy es una profesional universitario que cada vez sabe  mas de menos, menos con el agravante que no son muchos los que pueden trabajar en equipo, y los otros instalados en localidades lejanas de centro poblados, que hacen, y para peor de los males salen hoy de la universidad con una finalidad de lucro y a la enfermedad como una simple mercancía (ver en este blog “El Sistema Asistencial Argentino, sus posibilidades de cambio”).

Así fue como emergieron efectores de salud a través del pre-pago cuyas ganancias están a la vista, habría que transformarlos a las efectores actuales en prestadores de servicios profesionales y a los dineros dispuestos para la salud manejarlo  un Consejo  de Administración Provincial integrado democráticamente con representantes en forma participativa e igualitaria con titulares y suplentes, de cada estamento que conforman al quehacer de la salud.

Son suficientes estos ejemplos sobre la formación académica de los profesionales universitarios y u n chispazo somero sobre el actual sistema asistencial, para que tratemos de despertar nuestras inquietudes, alertar nuestras reflexiones y así determinar un valorado juicio, y poder decir contamos con los mejores profesionales para servir a la población y en el futuro lograr un sistema asistencial que pueda cubrir a los indigentes y asentamientos indígenas dignamente y por el otro lado, con profesionales racionalmente numerados. Para finalizar decimos: los estudiantes universitarios que no luchan con estos principios, degradan al poder académico de nuestra Universidad que es la que marca el ritmo, de nuestra evolución social, junto con su pueblo que le da la razón de su existencia.

No debemos olvidarnos que los cambios culturales adversos a las necesidades de los pueblos son rápidos, pero los positivos y reales, suelen ser menos rápidos en el tiempo.

Para concluir les diré: “EL ODONTÓLOGO DEBE CONSTITUIRSE POR SU ACTIVIDAD EN PILAR FUNDAMENTAL DE LA SALUD. PARTIENDO DE ESTA REFLEXIÓN Y BASADO EN UN PRINCIPIO LÓGICO  SE CONSTITUYE TAMBIÉN POR REFLEJO Y CONSECUENCIA, EN FACTOR ACTIVO DE LA CONSECUCIÓN DEL BIENESTAR COLECTIVO”.

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